dimarts, 8 de juny del 2021

Francia, 2- Italia, 1 (Euro 2000-Final)

4. David Trezeguet (2-1)

La Eurocopa se decidió en dos ediciones consecutivas gracias a una normativa que se había cambiado a media década de los noventa. En 1996, los alemanes se impusieron gracias al Gol de Oro de Oliver Bierhoff, que determinaba que el partido se acababa en el momento en que uno de los dos conjuntos perforaba la portería contraria en el tiempo suplementario. La norma se instauró en el mundial de 1998 y sólo se tuvo que aplicar una vez, en un triunfo en octavos de final de Francia contra Paraguay. Esta misma selección, precisamente, resultaría beneficiada en el torneo europeo del 2000 y fue con la anotación de David Trézéguet.


El atacante de origen argentino, que ya ha tenido otra aparición en esta lista, por un gol que anotó posteriormente, tuvo en el transcurso de su carrera una relación de amor-odio con las finales, primero, y con los italianos, después. Trézéguet llegaba a la Eurocopa del 2000 con 22 años y después de haber sido campeón del mundo en 1998, donde jugó todos los partidos excepto la final. Su gran temporada con el Mónaco, con el que se había proclamado campeón de liga, le hicieron consolidarse en las convocatorias del equipo nacional, que ahora dirigía Roger Lemerre, pero no en la titularidad.

Así, en la Eurocopa, no disputó ninguno de los dos primeros partidos. El técnico confiaba en la nueva gran estrella, Thierry Henry, y en un Nicolas Anelka que, a pesar de un curso irregular, había sido campeón de Europa con el Real Madrid. Fue en el tercer partido cuando debutó, con un tridente extraño con Wiltord y Dugarry que no pudieron evitar la derrota contra los Países Bajos y quedar segundos de grupo.

Trézéguet volvió a ser suplente en los cuartos de final, ante España, en el que no saltó ningún minuto al terreno de juego. En las semifinales entró al inicio de la segunda parte de la prórroga ante Portugal y asistió, sobre el campo, al penalti que permitió a Zidane clasificar al equipo para la final. De cara al partido decisivo, volvió a arrancar desde el banquillo. El rival, Italia, un país donde encontraría el futuro.

Porque aquel 2 de julio, en Rotterdam, hacía pocas horas que Trézéguet ya era jugador de la Juventus, en la que marcó época y donde llegó por más de 23 millones de euros. El rival en el partido era el combinado transalpino, que sorprendió a todos con un juego mucho más alegre que en las semifinales y se adelantó con un remate de Marco Delvecchio en la segunda mitad. El partido se ponía muy en contra para los campeones del mundo y Lemerre tuvo que utilizar el cargamento pesado.


El gol

Después de que Wiltord entrara por un poco hábil Dugarry, a 14 minutos para el final Trézéguet hizo lo mismo en el lugar de Djorkaeff, jugador más asociativo con el centro del campo. Francia buscaba el juego directo y, aunque estuvo a punto de recibir un gol de Del Piero, empató de manera milagrosa con un remate de Wiltord en el descuento, tras una acción directa que había ganado el nuevo atacante de la Juventus. Comenzaba una prórroga que tardaría trece minutos en resolverse.


Es Zidane quien parece que maree el balón a la zona de medios y trata de combinar con Henry, que pierde el balón. Pero los centrales italianos, los habitualmente seguros Cannavaro y Nesta, no se entienden y éste va a parar a los pies de Pirès, otro joven suplente que había entrado cinco minutos antes de los noventa. Éste no se lo pensó y realizó un gran eslálon por la banda izquierda. Superó a Cannavaro y envió un centro perfecto al corazón del área. Allí, Trézéguet utilizó el recurso que lo hizo rico, el remate al primer toque, y sin pensarlo, soltó un obús con la izquierda que perforó la escuadra de Toldo. Segundo gol de oro seguido, tanto para Francia, como en una final de la Eurocopa, y segundo título para los galos ante la alegría del jugador y de sus compañeros.

El gol consolidó a Trézéguet antes de ir a Italia, donde ganó dos ligas con los turineses, con los que conseguiría 138 goles en 245 partidos. El de la final de la Eurocopa fue uno de los momentos más importantes de su carrera, pero el atacante no tuvo una buena relación con momentos decisivos de las finales en el futuro, sobre todo con las tandas de penalti.

Así, en 2003, llegó con la Juventus a la final de la Liga de Campeones contra el Milan en Manchester. El partido se decidió en esta ocasión con la tanda de tiros desde los once metros. Trézéguet erró el primero y, aunque no sería el único, ya que se fallarían cuatro más, dos por equipo, fue decisivo en la derrota final.

Aún fue peor en la final del mundial de 2006. Entonces, Trézéguet ya tenía 28 años y no era titular en la formación de Raymond Domenech. En la final entró al campo a los 10 minutos de la prórroga, justo antes de la expulsión de Zidane con su cabezazo, y tuvo que volver a asumir la responsabilidad en la tanda. El rival, los italianos, los mismos a los que había fulminado seis años antes en Rotterdam. Esta vez, en Berlín, salió cruz. Efectuó el segundo disparo y lo envió al larguero. Fue el único error de la tanda, que evitaba que Francia volviera a reinar.

Además, aquel verano fue doblemente duro para un Trézéguet que vio como la Juventus era descendida por el escándalo Moggigate de compra de partidos. Él, sin embargo, se quedó en la segunda categoría y, con sus goles, ayudó al equipo a ascender de nuevo donde le correspondía. No fue la última vez que lo haría. En 2012, ya en el crepúsculo de su carrera, fichó por River Plate cuando el equipo de Buenos Aires había bajado a la Primera B y también le ayudó a subir en una último trabajo dedicado al país de origen de sus padres. Trézéguet, que se retiró dos años más tarde en la India, después de haber jugado también con Newell 's Old Boys, fue un delantero centro de primer orden, con momentos complicados en su trayectoria pero con uno estelar, aquella volea con la izquierda, aquel gol de oro que convirtió a Francia en campeona de Europa en los Países Bajos.

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