dilluns, 7 de juny del 2021

República Checa, 1- Alemania, 2 (Euro 96-Final)

5. Oliver Bierhoff (1-2)

Un partido puede cambiar la carrera de un jugador. Ha habido casos en el transcurso de la historia y aún más si son en enfrentamientos destacados, decisivos o finales. Incluso, la trayectoria más bien mediocre de un futbolista que ya tiene 28 años puede experimentar un giro gracias a una actuación puntual y pasar de actuar en conjuntos de segunda línea y no contar en los campeonatos internacionales a estar presente en todas las listas de convocados. Es lo que le sucedió, gracias a sus dos goles en la final de la Eurocopa del 1996, al alemán Oliver Bierhoff.


Hace unas semanas ya vimos cómo se gestó su llegada a la selección, con la que debutó el mismo año del torneo europeo. Formaba parte de la plantilla del Udinese, conjunto que no es de los principales de Italia, y andaba lejos del radar del seleccionador Berti Vogts. Pero su gran temporada en el Friuli, con 17 goles en la liga, convenció al técnico que posiblemente le iría bien un ariete del estilo de los Dieter Müller o Horst Hrubesch, que tan buen resultado habían dado en el pasado. Bierhoff, por tanto, entró en el lista para Inglaterra.

Allí sólo jugó ocho minutos en el primer partido, contra la República Checa, y 85 del segundo, contra Rusia. Vogts decidió contar con otros atacantes más dinámicos en el resto de partidos antes de la final, nuevamente contra los checos. Pero en el partido decisivo lo necesitó.


El gol

Tras la anotación inicial de Patrik Berger, le hizo entrar en el campo y los cuatro minutos consiguió el gol del empate, que condujo a la prórroga. Por primera vez había gol de oro, es decir, triunfo para el equipo que marcara primero, y el delantero del Udinese entró en la historia.


No se puede decir que un gol tan histórico fuera excesivamente trabajado. A los cuatro minutos de la prórroga, el central Thomas Helmer no tuvo ningún remilgo para mandar un balón largo buscando a sus dos referencias en ataque, el potente Bierhoff y el veterano Klinsmann. El primero ganó la acción a Rada y el segundo recogió el esférico. Se dio la vuelta, ante la oposición de Suchoparek, y le devolvió la bola a su compañero. Éste, aun con Rada, se movió como un pívot de baloncesto, se revolvió y disparó con la pierna izquierda casi a donde fuera el balón. Éste pasó por el lado del defensa Hornák y es posible que esto despistara al portero Kouba, que puso las manos con poca fuerza y ​​permitió que el balón entrara mansamente en la portería tras pegar en el palo. Alemania era campeona, no había posibilidad de cambio.

Hasta los 28 años, Bierhoff sólo había disputado cinco partidos con el equipo nacional. A partir de aquella Eurocopa jugó 61 más en seis años. Los goles en la final de Wembley y su evolución le dieron un estatus que le permitieron, por ejemplo, marcar seis goles en nueve partidos en la fase de clasificación para el mundial del 1998, en Francia, en la que marcó tres goles más, aunque el equipo quedara eliminado en los cuartos de final para Croacia.

En 1998, a los 30 años, Bierhoff fichó por el Milan y en su primera temporada en San Siro ganó su único título a nivel de clubes, la liga. Vistió tres temporadas de rojinegro y después de la segunda volvió a participar en una Eurocopa, aunque esta vez sin tanta fortuna. Sólo jugó un partido, el primero, un empate ante Rumanía, a pesar de que sus compañeros no lo hicieron mucho mejor y el combinado dirigido por Erich Ribbeck quedó eliminado en la primera fase. En 2001, Bierhoff dejó la liga que la había catapultado, la italiana, y probó fortuna en la francesa.

Estuvo una sola campaña en el Mónaco, con el que estuvo a punto de bajar a la Ligue 2. Aunque sus actuaciones no muy buenas, otro delantero mítico, Rudi Völler, ahora seleccionador, confió en él para el mundial de Japón y Corea. Miroslav Klose le había quitado el puesto de titular, pero él salía siempre en la reanudación y aun marcó un gol, en el debut contra Arabia Saudita. Tras el torneo, decidió abandonar la selección, ya con 34 años. Después volvió a Italia y ayudó el Chievo a ser séptimo, una de sus mejores clasificaciones en la liga.

La carrera de Bierhoff tras retirarse siguió muy ligada a la selección. Desde su posición de manager y de director deportivo ha estado detrás de la estabilidad que ha tenido el equipo, con Jürgen Klinsmann, primero, y con Joachim Löw, después. Y es que por muy tarde que llegues a los lugares, siempre puede haber tiempo para hacer buen trabajo. Bierhoff aprovechó sus dos goles en la final de la Euro 96 para hacerse un nombre, agarrar el destino con las manos y no soltarlo.

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