dimecres, 9 de juny del 2021

Portugal, 1- Francia, 0 (Euro 2016-Final)

3. Éder (1-0)

Esta puede ser la historia de un antihéroe, de la persona que surgió cuando nadie lo esperaba y que dio a un país el mayor éxito de su historia sin que nadie hubiera pensado que él sería el protagonista. Durante décadas, el fútbol portugués buscó un gran título. A menudo se estrelló en semifinales de Eurocopa y de mundiales e incluso perdió una final en casa. En 2016, cuando el equipo no estaba entre los favoritos, llegó la victoria contra pronóstico proviniente del pie derecho de un futbolista que nunca ha pasado por ninguno de los equipos grandes del país. Fue el momento de Ederzito António Macedo Lopes, Éder.



Además, el protagonista de este gol no ni nació en Portugal. Lo hizo en Guinea Bissau, una de las antiguas colonias africanas del país europeo. Desde muy pequeño, a los tres años, llegó a la metrópoli junto con su familia, pero ésta no podía mantener y tuvo que ingresar a un orfanato cercano a Coimbra, la Lar Girassol. Allí comenzó a jugar al fútbol en un equipo llamado Adémia. Tenía un pacto con un carnicero de la zona, que le regalaba una chuleta cada vez que anotaba un gol.

A los 18 años lo contrató el Tourizense, de unos kilómetros al noreste de su ciudad adoptiva, y poco después el Académica Coimbra, con el que debutó en la máxima categoría, con veinte años, en 2008. El juego de Éder no es excesivamente técnico sino más bien de potencia. Delantero centro de buenas cualidades físicas, destaca por el remate, aunque tampoco tiene cifras de goles altas. En los primeros años fue jugando y alcanzó el título de Copa de 2012, aunque él no actuó ni en la vuelta de las semifinales, ni en la final. Aquel verano lo fichó el Sporting de Braga.

Fue entonces cuando debutó con la selección portuguesa de la mano de Paulo Bento. Con el Braga fue campeón de la Copa de la Liga en el primer año y su perfil, distinto al de los otros atacantes del equipo nacional, lo hizo ir convocado para el mundial de Brasil de 2014, en que fue suplente en los dos primeros partidos y entró en el tercero desde el inicio por la lesión del veterano Hélder Postiga.

Portugal relevó a Paulo Bento y situó en su lugar, en el banquillo, a Fernando Santos, que siguió confiando en Éder aunque sus datos anotadores tampoco eran estelares. En 2015, el verano antes de la Eurocopa, dio un giro a su carrera y a su vida y fue contratado por el Swansea, de la Premier League. Sólo estuvo medio curso en Gales y, en el mercado de invierno, lo fichó el Lille francés. El final de temporada fue bueno, con seis goles en trece partidos del campeonato, y por eso Santos lo incluyó en la lista para el torneo europeo.

No se puede decir que su actuación en Francia fuera deslumbrante. Sólo jugó trece minutos antes de la final, en los empates de la primera frase contra Islandia y Austria. No entró en terreno de juego en ninguna de las eliminatorias, ni en el decisivo duelo de la primera ronda ante Hungría. Tenía delante a Cristiano, Nani y Quaresma que le cerraban el paso. Pero en la final de Saint-Denis, ante la amifitriona, Francia, un hecho le favoreció.

Cristiano Ronaldo se lesionó en la primera parte del duelo decisivo y Quaresma entró en su lugar. Este hecho abría la puerta a la entrada de otro atacante durante el partido. Este momento fue a once minutos para el final. Santos buscó a un delantero de referencia para los balones largos, con los dos conjuntos ya cansados, alguien que fijara a los centrales y lo encontró en Éder. El partido llegó a la prórroga.


El gol

En el tiempo suplementario parecía que el empuje de los franceses no era tan fuerte. Portugal podía salir más de su campo y, a los tres minutos de la segunda parte de la prórroga, un momento del partido en el que los lusos habían perdido dos semifinales contra los franceses en ediciones anteriores, llegó el instante que nadie vio venir.


Un servicio de banda sin aparente peligro fue bien presionado por Moutinho, otro de los suplentes, que encontró a Éder muy lejos de la portería y de espaldas al área. Éste se revolvió ante Koscielny, que no le pudo seguir, y encaró a un Umtiti muy contemplativo. Cuando nadie lo pensaba, soltó un disparo violentísimo y raso. El portero Lloris parecía que lo tenía controlado, pero el balón se le fue alejando cada vez más hacia el poste y perforó su portería. Fue el gol que Francia ya no pudo igualar, pese a un palo en el tramo final, y que dio a Portugal el título que hacía décadas que buscaba, con un héroe del todo inesperado.

La vuelta a la realidad de Éder, que entonces ya tenía 28 años, fue dura ya que tuvo que regresar a Lille, en el país al que había quitado el campeonato. Llevó a cabo una temporada correcta y en verano de 2017 lo fichó el Lokomotiv de Moscú, con el que ha ganado una liga, una Copa y una Supercopa y ha participado en la Liga de Campeones, aunque con un rendimiento irregular.

Tras su histórico gol, su trayectoria en la selección tuvo poca continuidad. Sólo jugó cinco partidos más, tres de ellos oficiales, y no fue convocado para el mundial de Rusia, en 2018. Aún ahora, dos días antes del inicio de la Eurocopa del 2021, su gol se mantiene como el último del torneo con cinco años de vigencia. Portugal ha tenido grandes jugadores en su historia, desde Eusébio, a Jordao, a Figo, Rui Costa, Déco o Cristiano Ronaldo. La mayoría de ellos han aparecido en esta lista que está a punto de cerrarse. Pero el único que le ha dado un título fue un niño que creció en una casa de acogida, el patito feo que un día, con un gran disparo, se convirtió en cisne.

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